Tito... No fue un adiós, fue un hasta nunca

Después de tu muerte, me llene de nostalgia de los días vividos a tu lado, como cualquiera que comienza a sentir la ausencia de un muerto. Todos comenzaron a decidir por ti que cosas eran de cada quien, hasta que el único ser que te amo de verdad en este planeta, dijo "nada es de nadie ya" y todas tus cosas se quedaron en su lugar.
Pasaron días sin que nadie cogiera nada de tu habitación, tengo que admitir que me entraba a ella, me sentaba  a pensar, era el único lugar solo de esa casa después de tu partida. Algunos decían que tu y yo teníamos una conexión bastante grande y la verdad es que era cierto, cada día que pasa me pregunto dónde estarás y en ocasiones cuando nadie me ve, lloro sin cesar. El mundo no estaba preparado para entender nuestra compleja relación.
Me lleve una grande sorpresa cuando decidí escarbar entre tus cosas, me llene de recuerdos, sufrí con ellos, pero al fin y al cabo entendí que esto tenía que ser así. Ese día la familia había decidido que tus cosas serían donadas a quien realmente las necesitara. Tu ropa quedo en bolsas,  tus esferos los probamos uno a uno y decidimos coger algunos; esa cantidad de papeles que decían todo lo que habías hecho en tu vida y las cosas que habías pagado y que cada 8 días nos decías que te ayudáramos a organizar, los sacamos, revisamos, rasgamos y echamos a una bolsa. El momento mas difícil fue cuando encontramos tu música, películas y libros, que solo tu y yo sabíamos como estaban organizados.

Debo admitir que ya pasó un año y cinco meses desde que tu no estas, pero sigo con esa ausencia. Yo tengo tus libros y ese no querer que yo estudie periodismo, guardando solo texto que hablen de el. Las películas son clásicos de mi amado cine y tu música la pongo cada vez que mi abuelita esta achantada entre tantas ausencias.
Tito espero que en el cielo haya Internet y estés leyendo esto, sepas que me hiciste grande y me llenaste de sueños con cada palabra y de choques con cada verdad.